Vale, no toda la publicidad es maligna, o manipuladora, o está dirigida desde el Club Bilderberg para controlar nuestras mentes. Tampoco soy un paranoico seguidor de absurdas teorías de la conspiración.
Pero para ponernos en materia, dejadme presentaros a Octave, un creativo de publicidad protagonista del libro "13.99 euros", del polémico Frédéric Beigbeder. La novela es del año 2000, pero la mayoría de su contenido continúa plenamente vigente. Lo que viene a continuación son básicamente partes de una reseña que hice del libro cuando lo leí por aquel entonces.
Para tener una idea de la catadura moral del personaje, aquí tenéis su propia presentación.
Monsieur Beigbeder |
Para tener una idea de la catadura moral del personaje, aquí tenéis su propia presentación.
Que conste que a partir de ahora, será Octave quién hable:
“Me llamo
Octave y llevo ropa de APC. Soy publicista: eso es, contamino el
Universo. Soy el tío que os vende mierda. Que os hace soñar con
esas cosas que nunca tendréis. Cielo eternamente azul, tías que
nunca son feas, una felicidad perfecta, retocada con el Photoshop.
Imágenes relamidas, músicas pegadizas. Cuando, a fuerza de ahorrar,
logréis comprar el coche de vuestros sueños, el que lancé en mi
última campaña, yo ya habré conseguido que esté pasado de moda.
Os llevo tres temporadas de ventaja, y siempre me las apaño para que
os sentáis frustrados. El glamour es el país al que nunca se
consigue llegar. Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es
que nunca lo es por demasiado tiempo. Siempre hay una nueva novedad
para lograr que la anterior envejezca. Hacer que se os caiga la baba,
ése es mi sacerdocio. En mi profesión, nadie desea vuestra
felicidad, porque la gente feliz no consume.
Vuestro
sufrimiento estimula el comercio. En nuestra jerga, lo hemos
bautizado como “la depresión postcompra”. Necesitáis
urgentemente un producto pero, inmediatamente después de adquirirlo,
necesitáis otro. El hedonismo no es una forma de humanismo: es un
simple flujo de caja. ¿Su lema? “Gasto, luego existo”. Para
crear necesidades, sin embargo, resulta imprescindible fomentar la
envidia, el dolor, la insaciabilidad: éstas son nuestras armas. Y
vosotros sois mi blanco.
Me
paso la vida contando mentiras y me lo pagan con creces. Gano
13.000 Euros al mes (sin contar las dietas, el coche de empresa, las
stock-options y el blindaje contractual). El euro ha sido inventado
para que los salarios de los ricos parezcan dieciséis veces menos
indecentes. ¿Conocéis a mucha gente que a mis 33 años de edad gane 13
Kiloeuros? Os
manipulo y me regalan el nuevo Mercedes SLK o el BMW Z3 o el Porsche
Boxter o el Mazda MX5...
Interrumpo
las películas que estáis viendo en televisión para imponeros mis
marcas y me pagan unas vacaciones en Lamu o en Phuket o en Labascanes
(Quercy). Os machaco con mis eslóganes en vuestras revistas
favoritas y me ofrecen un caserón en la Provenza o una mansión en
Córcega o un palacio marroquí o un yate tropical. Estoy En Todas
Partes. No os liberaréis de mí, Donde quiera que miréis reina mi
publicidad. Os prohíbo que os aburráis. Os impido pensar. El
terrorismo de la novedad me sirve para vender vacío... Yo decreto lo
que es Auténtico, lo que es Hermoso, lo que está Bien. Elijo a las
modelos que dentro de seis meses os la pondrán dura. A fuerza de
verlas retratadas, las bautizáis como top-models; mis jovencitas
traumatizarán a cualquier mujer que tenga más de 14 años.
Idolatráis lo que yo elijo.... Cuando más juego con vuestro
subconsciente, más me obedecéis. Si canto las excelencias de un
yogur en las paredes de vuestra ciudad, os garantizo que acabaréis
comprándolo. Creéis que gozáis de libre albedrío, pero el día
menos pensado reconoceréis mi producto en la sección de un
supermercado, y lo compraréis, así, sólo para probarlo, creedme,
conozco mi trabajo. Vuestro deseo ya no os pertenece: os impongo el
mío. Os prohíbo que deseéis al azar. Vuestro deseo es el resultado
de una inversión cuyo importe está cifrado en miles de millones de
euros. Soy yo quien decide hoy lo que os gustará mañana ...Todo
esto provoca que, probablemente, no os resulte demasiado
simpático.....”
Como véis el protagonista es un puro producto del capitalismo salvaje de inicios de milenio: Cobra miles de Euros por idear frases ingeniosas. Cocainómano, alcohólico y adicto a las relaciones sexuales con prostitutas de lujo, acaba de dar por finalizadas unas 'vacaciones' en una clínica de rehabilitación.
A continuación, transcribo una conversación entre Octave y Philippe, presidente de la empresa de publicidad donde trabaja:
Philippe: -
Acabamos de tener un Strategic Advertising Commitee con Danone y nos
han leído la cartilla.
Octave:
- No te preocupes, presidente, esta vez no vomitaré encima del
cliente.
Además, sabes que tengo a la chica ideal del anuncio.
P: - Sí, ya
lo sé, la morita esa. Será necesario que me la retoquéis en
post-producción.
O: -
Tranquilo, está incluido en el presupuesto. No tienes ni idea de lo
que se puede hacer hoy en día: se coge a una chica con el culo
bonito y se le incrusta el rostro de otra, las piernas de una
tercera, las manos de una cuarta, los pechos de una quinta. Se montan
patchworks humanos, ¡somos people’s-jockeys!
P: - Quizás
deberías contratar a un cirujano plástico en lugar de un realizador
para montar el spot.
Octave ya no
intenta estar sistemáticamente a la contra, pero tampoco quiere
envilecerse: digamos que ha madurado. De repente, sin embargo, se
sulfura:
O: - Y
además, ¿por qué no podemos darle el papel a una morita? ¡Deja de
ser tan nazi como nuestros clientes! Mierda, ¡basta ya de dejarse
fascistizar de este modo! Nike ha recuperado el look en plan Pétain
para sus carteles Nicepark, Nestlé no quiere negros en un spot de
baloncesto, ¡eso no significa que tengamos que imitarlos! Si nadie
dice basta, ¡no sé hasta donde llegaremos! Incluso la publicidad se
ha vuelto revisionista: ¡Gandhi vende ordenadores Apple! ¿Te das
cuenta? Aquel santo, que rechazaba cualquier tipo de tecnología, que
vestía como un fraile y andaba descalzo, ¡aquí lo tienes,
convertido en comercial informático! ¡Y Picasso es el nombre de un
coche Citroën, Steve Mc Queen conduce un Ford, Audrey Hepburn lleva
mocasines Tod’s! ¿Acaso crees que toda esta gente, al verse
convertida en póstumos representantes comerciales, no se revuelven
en sus tumbas? ¡Estamos en plena noche de los muertos vivientes!
¡Cannibal Holocaust! ¡Cadáveres para cenar! ¡Los zombis venden!
¿Pero donde está el límite? Incluso la compañía francesa de
Juegos y Loterías ha editado carteles de su campaña Monopoly con
Mao, Castro y Stalin ¡para ganar al rasca-rasca! ¿Quién dirá
basta si tú, Philippe, el mandamás, ni siquiera abres la boca ante
el racismo y el negacionismo de la comunicación mundial?
P: -
Joder, ¡hay que ver lo pesado que se pone el señorito desde que no
esnifa! ¿Acaso crees que nunca pienso? Por supuesto que este trabajo
me da náuseas, sólo que yo pienso en mi esposa, en mis hijos, no
soy tan megalómano como para creer que voy a revolucionarlo todo,
coño, Octave ¡un poco de humildad, maldita sea! ¡Basta con apagar
la tele, con no ir a ningún McDonald’s, toda esa mierda ambiental
no es culpa mía, es vuestra, de los que os compráis zapatillas Nike
fabricadas por esclavos indonesios! ¡Qué fácil resulta despotricar
contra el sistema y al mismo tiempo contribuir a que funcione! ¡ Y
deja ya de tratarme como un retrasado con el pretexto de que estoy
tan forrado que la pasta me sale por el culo, joder! Claro que hay
cosas que me sacan de quicio. No tanto el hecho de tener que elegir
castings de piel blanca, porque contra eso no hay nada que hacer, es
el consumidor el que es racista, no el anunciante. Ni el prodigio de
hacer hablar a los muertos: los grandes artistas nunca han podido
controlar su imagen, todos esos genios ya se revolvían en sus tumbas
estando vivos. No, a mí, ves, lo que me indigna son todas esas
nuevas festividades que la publicidad ha inventado para inducir a la
gente a consumir: estoy hasta las narices de ver como mi familia se
traga el anzuelo. Celebrar la Navidad, vale (aunque Papa Noel siga
siendo un invento de una cadena de distribución americana).
Pero el día de las Madres del Mariscal Pétain, el día del padre,
el día de la abuela que da nombre a una marca de café, Halloween,
San Patricio, San Valentín, el Año Nuevo Ruso, el Año Nuevo Chino,
el día Nutrasweet, las reuniones Tupperware, ¡aquí vale todo!
Pronto el calendario estará invadido por marcas: ¡Los santos serán
reemplazados por trescientos sesenta y cinco logotipos!
O: - ¿Ves,
jefe, como hago bien en arrastrarte a tus trincheras? Yo también
odio Halloween: Antes teníamos la festividad de todos los Santos, no
veo por qué demonios hemos tenido que buscar una fiesta más allá
del Atlántico.
P: - ¡Pues
precisamente porque se trata de justo lo contrario! En todos los
Santos, íbamos a visitar a nuestros muertos, mientras que por
Halloween son los muertos los que vienen a visitarnos. Resulta mucho
más práctico, no hay que hacer ningún esfuerzo. Todo está ahí:
¡LA MUERTE LLAMA A TU PUERTA! ¡Eso es lo que les encanta! La muerte
servicio a domicilio, como un cartero que viene a colocar el
calendario de Correos como aguinaldo!
O: - Creo,
sobre todo, que la gente prefiere mil veces más disfrazarse de
monstruo y meter unas velas en una calabaza que pensar en los
parientes que ha perdido. Pero, en tu inventario, quisiera recordarte
que te has olvidado de la más comercial de todas las fiestas: La
Boda, que cada año es objeto de intensas campañas de publicidad y
promoción desde el mes de enero – carteles para la Boutique Blanca
de los grandes almacenes Le Printemps y las listas de boda en las
Galerías Lafayette y en Bon Marché, portada de todas las revistas
femeninas, intoxicación radiofónica y televisiva, etc... Con el
cerebro completamente lavado, las jóvenes parejas creen que se casan
por amor, o para encontrar la felicidad, mientras que lo único que
se pretende es colocarles una vajilla, toallas, cafeteras, un sofá,
un horno microondas....
P: - Eso me
recuerda algo...Octave ¿Te acuerdas de cuando para el anuncio de
Barilla nos propusiste un lema que incluía la palabra “felicidad”?
O: - Ah,
sí... Y que el departamento jurídico nos explicó que era
totalmente imposible, ¿verdad?
P: -
¡Exacto! ¡!!! Porque la palabra “felicidad” está registrada
por Nestlé!!!!! LA FELICIDAD PERTENECE A NESTLÉ.
O: - Espera,
no me extraña, ya sabes que Pepsi quiere registrar el color azul.
P: - ¿Qué?
O: - Sí,
como lo oyes, quieren comprar el color azul, convertirse en su
propietario, y la cosa no acaba ahí: financian programas educativos
en CD-ROM distribuidos gratuitamente en las escuelas primarias. De
este modo, los niños estudian en la escuela utilizando ordenadores
Pepsi; se acostumbran a leer la palabra “sed” junto al color
“Pepsi”.
P: - Y
cuando miran al cielo Pepsi, sus ojos Pepsi se iluminan y si se caen
de la bici, sus tibias se cubren de cardenales Pepsi...
O: -
Igual con Colgate: La marca regala cintas de vídeo a los educadores
para explicar a los niños que hay que lavarse los dientes con su
dentífrico.
P: - Sí, he
oído hablar de ello. L’Oreal hace lo mismo con el champú “Petit
Dop”. No tenían bastante con lavarles el cerebro ¡así que
también la han tomado con su pelo!
Philippe
estalla en una carcajada exagerada que no impide a Octave proseguir:
O: - Me
tranquiliza que te intereses por todas estas cosas....
P: - Soy
lúcido: mientras no exista nada más, la publicidad ocupará todo el
espacio que quede libre. Se ha convertido en el único ideal. No es
la naturaleza, es la esperanza la que siente horror por el vacío.
O: - Lo que
dices es terrible. No, espera, no te vayas, para una vez que
hablamos, tengo una anécdota todavía mejor. Cuando los anunciantes
ya no saben cómo vender, o sin motivo alguno, sólo para justificar
sus indecentes salarios, ordenan un CAMBIO DE ENVASE. Es entonces
cuando pagan mucho dinero a ciertas empresas como la nuestra para que
renueven la imagen de sus productos. Se reúnen durante horas. Un
día, estaba en la empresa Kraft Jacobs Suchard, en el despacho de un
tío con el pelo cortado a cepillo, Antoine Poischard, o Ponchard, o
Pauchard, en fin, algo así...
P: -
Poudard.
O: - ....
eso es, Poudard, un nombre así no se olvida. Me estaba enseñando
los diferentes logos que le habían propuesto. Quería que le diese
mi opinión. Se lo estaba pasando en grande, al borde del orgasmo; se
sentía útil e importante. Sobre el suelo, extendía los proyectos
de envase u estábamos frente a frente, en aquel edificio, él recién
afeitado, con una corbata de Tintín y Milú, yo en pleno bajón de
perica, tomábamos el café frío que, resoplando, iba trayendo una
vieja secretaria a la que hacía treinta años que nadie le echaba un
polvo. En aquel momento, lo miré a los ojos, sentí que dudaba, que
por primera vez en su vida se preguntaba qué diablos estaba haciendo
allí, y le aconsejé que eligiera cualquiera de ellos, y, al azar,
escogió el logo que luego sería el definitivo haciendo “pito
pito, colorito, donde vas tú tan bonito, a la acera verdadera, pim,
pom, fuera”, y aquel envase está actualmente en todos los
expositores de todos los supermercados de Europa... Hermosa parábola,
¿verdad? LO QUE NOS CONDICIONA FUE ECHADO A SUERTES.
.... Pero
hace rato que Philippe se ha marchado. No le gusta que le inciten a
morder la mano que le da de comer. Rehúye la confrontación
prolongada. Guarda su rebelión en la carpeta de “autoescarnio
mensual para el almuerzo en Fouquet’s”. Esa es la razón por la
cual tiene sueño cada vez más temprano por la mañana.
Eso es todo por hoy, espero que estos párrafos os hagan pensar un poquito.
Saludos,
The Bug.
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